La inconformidad y el malestar social vuelven a cobrar protagonismo en Argentina, en una nueva demostración de rechazo a las políticas del presidente Javier Milei. La Confederación General del Trabajo (CGT) encabezó una segunda huelga general en lo que va de la gestión del mandatario libertario, marcando así un hito en la resistencia sindical contra sus propuestas.
A diferencia de ocasiones anteriores, en esta manifestación no hubo marchas multitudinarias, sino que se optó por paralizar los principales servicios del país. El transporte público y la administración pública se vieron fuertemente afectados, dejando a miles de personas varadas y sin acceso a servicios esenciales. Según datos de la Cámara de Líneas Aéreas en Argentina, las pérdidas económicas por el paro se estiman en unos 70.2 millones de dólares, con cientos de vuelos cancelados tanto nacionales como internacionales. Colectivos, subtes y trenes tampoco estuvieron operativos, exacerbando la incomodidad de la población.
Los hospitales se unieron al paro, limitando sus servicios al área de emergencias, lo que generó preocupación entre los ciudadanos que necesitaban atención médica.
La reacción del presidente Milei no se hizo esperar. A través de sus redes sociales, mostró su postura desafiante, luciendo una camiseta con la inscripción «Yo no paro». Sus comentarios irónicos y provocadores no hicieron más que avivar el fuego de la controversia, desatando reacciones encontradas en la opinión pública.
Si bien la huelga logró un nivel de adhesión variable, la CGT no alcanzó su objetivo principal: presionar al Gobierno para que cambie sus políticas. Los líderes sindicales enfrentan ahora el dilema de cómo proceder. La presión interna por medidas más contundentes, como un paro de 36 horas, comienza a cobrar fuerza entre ciertos sectores del sindicalismo.
Para muchos en la CGT, la única manera de influir en las decisiones del Presidente es a través del fracaso de sus grandes proyectos legislativos. Sin embargo, también reconocen la necesidad de cuidar la herramienta de la huelga, evitando su desgaste prematuro y buscando estrategias inteligentes para confrontar al Gobierno.
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